miércoles, 18 de marzo de 2015

Monseñor Romero IV Arzobispo de San Salvador, "Romero Amigo".







Romero amigo.





Como el sol nace cada mañana
el canto del gallo llena el silencio del alba,
gris, azul pinta el cielo,
agosto es una esperanza
que trago en sus alas
un rayo de luz para la oscuridad
que inundaba el naufragio del alma.

La voz del silencio,
en un día cualquiera de las sombras se alzaba,
como el sol, titubeante sus primeros pasos por este mundo daba.

Un soldado a la deriva de la soledad,
un marinero naufrago con una misión especial,
un guerrero de la vida y  luchando por  la verdad,
por la igualdad y contra la injusticia social.

"Sentir con su pueblo",
un lema muy especial,
y la sangre de un profeta allá en el paisnal,
da vida a un mártir más,
que solo buscaba el fin de la iniquidad.

Las palabras son fuertes puñales que hieren el corazón del inicuo,
"en nombre de Dios, os ruego, os suplico, os ordeno que cese la represión"
una fuerte bofetada para el hombre sin corazón,
una sentencia de muerte firmada,
que el profeta dio por el bien de su nación.

Romero, tu voz queda en tu pueblo,
"podrán matarme pero no silenciaran mi voz"
las palabras sabias perduran
y viven ahí en el tiempo
como la imagen de tu recuerdo.

"Resucitare en mi pueblo
y que mi muerte sea la señal que el fin está cerca,
podrán matar a un obispo,
pero la iglesia que es el pueblo
no perecerá".

Tu luz Romero fue extinguida
pero en cada corazón encendiste muchas más,
la esperanza y la semilla que dejaste en tu pueblo
fue el paso hacia el final.

Y como el sol nació,
así también se ocultó una tarde de verano,
el crepúsculo dio un triste adiós
y un pueblo entero se unió en un solo corazón,
"el profeta muere más su palabra no".
Y el recuerdo del hombre humilde y de buen corazón
vive en cada uno de los Salvadoreños
que hoy aun en día lo recuerdan
como el profeta liberador.

Autor: Seminarista Francisco Javier Menjivar Escobar.




Monseñor Romero, mártir de la Iglesia, su palabra fue una esperanza que brillaba en medio de las dificultades en las que se vivía, una guerra civil y un derramar de sangre inocente, mucha injusticia con los pobres y marginados. Ayudo al pueblo desde el altar del Señor dirigiendo palabras de paz y buscando la armonía entre los hermanos que se hacían daño, y en busca de este bien dio su vida como un mártir de la paz, el 24 de marzo de 1980. La causa de su beatificación ha sido muy esperada por el pueblo de El Salvador y con la subida del sumo pontífice, el Papa Francisco, las esperanzas cesan y se convierten en realidades. Donde ahora el primer mártir de la Iglesia después del concilio vaticano II será beatificado el 23 de mayo de 2015.


 

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