Romero amigo.
Como el sol nace
cada mañana
el canto del gallo
llena el silencio del alba,
gris, azul pinta
el cielo,
agosto es una
esperanza
que trago en sus
alas
un rayo de luz
para la oscuridad
que inundaba el
naufragio del alma.
La voz del
silencio,
en un día
cualquiera de las sombras se alzaba,
como el sol,
titubeante sus primeros pasos por este mundo daba.
Un soldado a la
deriva de la soledad,
un marinero
naufrago con una misión especial,
un guerrero de la
vida y luchando por la verdad,
por la igualdad y
contra la injusticia social.
"Sentir con
su pueblo",
un lema muy
especial,
y la sangre de un
profeta allá en el paisnal,
da vida a un
mártir más,
que solo buscaba el
fin de la iniquidad.
Las palabras son
fuertes puñales que hieren el corazón del inicuo,
"en nombre de
Dios, os ruego, os suplico, os ordeno que cese la represión"
una fuerte
bofetada para el hombre sin corazón,
una sentencia de
muerte firmada,
que el profeta dio
por el bien de su nación.
Romero, tu voz
queda en tu pueblo,
"podrán
matarme pero no silenciaran mi voz"
las palabras
sabias perduran
y viven ahí en el
tiempo
como la imagen de tu
recuerdo.
"Resucitare
en mi pueblo
y que mi muerte
sea la señal que el fin está cerca,
podrán matar a un
obispo,
pero la iglesia
que es el pueblo
no perecerá".
Tu luz Romero fue
extinguida
pero en cada
corazón encendiste muchas más,
la esperanza y la
semilla que dejaste en tu pueblo
fue el paso hacia
el final.
Y como el sol
nació,
así también se
ocultó una tarde de verano,
el crepúsculo dio
un triste adiós
y un pueblo entero
se unió en un solo corazón,
"el profeta
muere más su palabra no".
Y el recuerdo del
hombre humilde y de buen corazón
vive en cada uno
de los Salvadoreños
que hoy aun en día
lo recuerdan
como el profeta
liberador.
Autor: Seminarista Francisco Javier Menjivar Escobar.
Monseñor Romero, mártir
de la Iglesia, su palabra fue una esperanza que brillaba en medio de las
dificultades en las que se vivía, una guerra civil y un derramar de sangre
inocente, mucha injusticia con los pobres y marginados. Ayudo al pueblo desde
el altar del Señor dirigiendo palabras de paz y buscando la armonía entre los
hermanos que se hacían daño, y en busca de este bien dio su vida como un mártir
de la paz, el 24 de marzo de 1980. La causa de su beatificación ha sido muy
esperada por el pueblo de El Salvador y con la subida del sumo pontífice, el
Papa Francisco, las esperanzas cesan y se convierten en realidades. Donde ahora
el primer mártir de la Iglesia después del concilio vaticano II será
beatificado el 23 de mayo de 2015.
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